Irrumpe con su coche en la clínica veterinaria a donde llevaba a su perro

Irrumpe con su coche en la clínica veterinaria a donde llevaba a su perro
Los daños producidos por el impresionante choque se hicieron patentes una vez retirado el vehículo| quintana

Un todoterreno de la marca Audi irrumpió a través de la luna de la cínica veterinaria Abeiro a las cinco de la tarde, reventando los cristales, derribando los ladrillos y llevándose por delante los sacos de pienso del expositor, y provocando un susto tremendo a las dos recepcionistas que se encontraban en su interior y que se quedaron sobrecogidas ante el imprevisto choque.
La mitad del vehículo quedó en el interior del establecimiento y la otra mitad cortó la calle del Marqués de Amboage, a la altura del número 24, que es donde se encuentra la clínica. Aunque aturdido, el conductor, un hombre de unos sesenta años, resultó ileso y pudo salir de su vehículo por sus propios medios. Enseguida el lugar se llenó de curiosos y cámaras.
 

Cuando aparcaba
Según explicó poco después, él acudía con su perro a la clínica veterinaria cuando tuvo lugar el siniestro. “Ya iba a aparcar cuando me estrellé”. Se da la circunstancia de que en esa calle el estacionamiento está dispuesto en batería, y que había una plaza libre justo delante de la clínica. El conductor maniobró para aparcar su todoterreno, que tiene cambio automático, como apuntó él mismo. La Policía Local añadió que se lo había comprado hacía diez días. “Es el coche más fácil de manejar del mundo. Un tonto podría hacerlo”, manifestó.
Eso hace aún más difícil explicar qué paso. Según relató el propio conductor a los agentes, cuando se disponía a frenar y pisó el pedal, el coche aceleró en vez de detenerse. “Vuelvo a pisar el freno de nuevo y ya el coche se fue para adelante”. Cómo pudo el coche acelerar si lo que pisó fue el freno (los coches automáticos solo tienen dos pedales), es una incógnita para él: “Fue como si me lo cogiera el diablo”.
 

Destrozos cuantiosos
Afortunadamente, no hubo heridos que lamentar y a pesar de los graves daños en la fachada, la clínica pudo seguir funcionando, aunque con el desconcierto de los clientes que acudían a llevar a sus mascotas al ver los daños. El conductor pudo incluso dejar a su propio perro en la clínica, mientras una grúa acudía a recoger su maltrecho vehículo. Aunque no se apreciaban fuertes impactos en el robusto vehículo, ni siquiera faros rotos, había perdido parte de la carrocería en los bajos al subirse al muro del escaparte.
Por su parte, las recepcionistas comentaban con los clientes lo ocurrido una hora después. Aunque en la zona donde se estrelló el vehículo se encuentra solo un expositor con productos para mascotas, también se halla una báscula donde pesar a los animales, de manera que habían escapado de un peligro cierto. “Yo estaba a punto de ir para allí para cambiar el pienso, y podía haber alguien pesando a su mascota”, comentó una de las empleadas.
Mientras la grúa maniobraba para retirar el todoterreno, fue necesario cortar la calle del Marqués de Amboage en sentido salida, lo que provocó un pequeño embotellamiento, dado que la calle está dividida por una mediana. Al lugar habían acudido efectivos de la Policía Local, pero no fue necesario levantar un atestado. Cuando el conductor explicó a los agentes, “es la primera vez que tengo un accidente en mi vida”, ellos le desearon que también fuera el último.

Irrumpe con su coche en la clínica veterinaria a donde llevaba a su perro

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