El hisopo de San Antonio Abad contra la hipodérmica y el escalpelo de la ciencia

El hisopo de San Antonio Abad contra 
la hipodérmica y el escalpelo de la ciencia

Lo divino, lo humano y sobre todo, lo animal, se dieron cita ayer en la Iglesia de la Orden Tercera que se llenó por completo de fieles que acudieron a escuchar la misa con ocasión del día de San Antonio Abad a bendecir a sus mascotas. De hecho, el lleno fue tan grande que abarrotó el templo y muchos prefirieron esperar en el atrio o a fuera, en el patio.
Los animales, en su gran mayoría perros, escucharon la ceremonia con una paciencia no exenta de ladridos, que estallaron a coro cada vez que la misma llegaba a una parte cantada. Impertérrito, el sacerdote pidió la intercesión de San Antonio Abad para que protegiera a los indefensos animales de la “ignorancia y la crueldad” humana, desde aquellos que no cuidan a sus mascotas a las grandes bestias africanas que son capturadas para ser llevadas a circos o zoos, hasta el ganado que muere en los mataderos sin anestesia.
Tampoco olvidó pedir la protección para los animales en otro espinoso asunto: la experimentación con fines científicos y médicos. “Haz que cesen estas prácticas y que cese su sufrimiento”, oró el sacerdote, cuya prédica fue acompañada de ladridos de asentimiento. No cabía duda de que las mascotas allí presentes preferían con mucho soportar que les asperjaran con el hisopo que someterse a la hipodérmica y el escalpelo de unos científicos empeñados en conseguir algo más beneficioso que carantoñas de los animales.

Cita obligada
Para muchas de las mascotas, no era la primera vez, como es el caso de los dos papillones de Fina, Selen y Leslie, que llevan asistiendo nada menos que ocho años: “Para mí es una cita obligada. Lo hago porque soy tan cristiana que quiero que estén protegidos tanto como sea posible”.
Por su parte, para Laura, que había llegado de Os Mallos, era la primera. La semana pasada le habían regalado una tortuga, y decidió acudir al a Orden Tercera para bendecirla. “A ver si me dura”, deseó.

El hisopo de San Antonio Abad contra la hipodérmica y el escalpelo de la ciencia

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