“A mi hija espero poder contarle que por lo menos lo intentamos”

“A mi hija espero  poder contarle  que por lo menos  lo intentamos”
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Porque la vida fue hasta ahora un ensayo, Ismael Serrano llama al grito de los cansados en su nuevo disco, que es el mejor, según el artista. Porque a los 40, uno se quita capas y los principios salen desnudos a la pista, él les pone ritmo de bachata y reggaeton. Para intentarlo, ya que eso es al menos lo que le queda a la sociedad que se volvió efervescente como una aspirina.

“Únete al grito de los cansados”. La letra de “La llamada” no puede ser más apropiada para el momento actual.
Uno no prevé que la realidad vaya a ser canción, pero vivimos en un tiempo de efervescencia política y social, cuando la mayor parte de la gente vive en crisis. Es ilusionante porque uno empieza a mirarse a si mismo y exige el protagonismo que le corresponde. Estamos en un momento de cambio, de sensibilizarnos y crear espacios de encuentro.

¿Lo de Grecia es una señal?
Es una señal de que la ciudadanía necesita una nueva sensibilidad política. Una alternativa a la situación que nos ha llevado al lugar donde estamos. Cuando los políticos no tienen otra solución que los recortes y mermar nuestro bienestar, están reconociendo su fracaso. Que es, en realidad, un fracaso del modelo. El sur de Europa está exigiendo otras formas. Se está recuperando el debate de las ideas, después de derribar el falso consenso de que todo era incuestionable.

¿Cómo se puede cambiar el mundo a nivel individual?
A mi me gusta la consigna ecológica de “piensa global, actúa local”, que tiene todo el sentido del mundo. Se trata de buscar complicidades, de tener consciencia para recuperar nuestra capacidad de influir. De no pensar: “para que no voy a votar si no voy a cambiar nada”. A través del activismo, sí que se puede. Y da igual que estés en la asociación de tu barrio o te apuntes al partido político que te apetezca. Todos los movimientos se han despojado de dogmas y permiten que nos incorporemos.

¿La música también acuna esas complicidades?
Sí, rompe con el individualismo y proporciona otros sentimientos, además de llevarnos a la celebración y a poner en común ciertas cosas. Tiene una gran utilidad porque ayuda a cohesionar a una sociedad, aunque también hay música que promueve el escapismo. Lo que no sé es hasta qué punto estamos preparados los músicos para ponerle banda sonora al mundo. Si bien es cierto que desde el pop se está yendo a buscar la participación, yo creo que está mal visto que uno cante sobre lo que le emociona. E igual que se le canta al amor, también se le canta a las injusticias.

¿A qué le canta en el disco?
A muchas cosas. Creo que es mi mejor disco porque estoy en un momento intenso. Los 40 hacen replantearte muchas cosas y desprenderte de toda la solemnidad. Acabo de tener una hija. Quizá eso ha hecho reafirmarme también en mis convicciones. Después está la crisis, que atraviesa todas las canciones.

Lo que más llama la atención son los nuevos ritmos. ¿A qué se debe este cambio?
Porque quería que el punto de partida fuese otro. Me apetecía partir del ritmo y me fui a Latinoamérica, que es donde convergen la cultura española, los pueblos originarios y África. Esto le da un carácter de celebración.

Y hace que el reggaeton sea comprometido...
El reggaeton lo utilicé para poder escribir porque me parece que invita a los himnos.

¿Alguna novedad en la gira?
Que tiene mucho apoyo visual. Siguen siendo conciertos muy discursivos, pero la puesta en escena es más redonda y conceptual.

¿Qué le contará a su hija para que alguna vez le diga aquello de “papá cuéntame otra vez”?
Espero poder contarle que por lo menos lo intentamos, que intentamos cambiar las cosas aunque no sé cuál será el desenlace. Supongo que nuestros hijos tendrán ciertos reproches que hacernos porque la cuestión generacional lleva a eso.

¿Están los cantautores en peligro de extinción?
Sí hay, quizá no tienen la repercusión que deberían, pero son cantautores con una gran heroicidad que tratan de buscar su sitio en las cafeterías. Parten independientes y sin apoyo de las fórmulas radiofónicas, que dejaron de lado al género. A las canciones que atienden a la palabra y piden cierta calma.

¿Por qué están vetados?
A los cantautores actuales se les ningunea. No tienen espacio. Ni siquiera en la radio pública. Debe ser porque no son ni tan mainstream ni tan indis. Y digo así porque yo soy un privilegiado.

“A mi hija espero poder contarle que por lo menos lo intentamos”

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