El Ayuntamiento se reunió ayer con responsables de Hércules de Armamento, la empresa adjudicataria de la Fábrica de Armas, para conocer su proyecto industrial, que dará un giro cualitativo en octubre tanto en la contratación como en la actividad. Según la empresa, será dentro de tres meses cuando se intensificará la carga de trabajo tras la firma de un convenio con la Universidad y la producción de obra dirigida al sector civil.
El alcalde Xulio Ferreiro destacó que el encuentro sirvió para confirmar que hay empleabilidad a largo plazo en la planta y que el futuro pasa por la fabricación de piezas de alta tecnología destinadas al ámbito médico y de la automoción.
Añadió que la reunión transcurrió de forma correcta y que tras la explicación, ambas partes quedaron en seguir hablando sobre los nuevos encargos de forma periódica. Desde la empresa adjudicataria, corroboraron que la factoría entrará a funcionar a pleno rendimiento en otoño y recordaron que el compromiso inicial era llegar a esta fecha con 155 empleados.
El gerente de Hércules de Armamento, Ramón Mejuto, garantizó la viabilidad del plan ofertado y el alcalde remarcó que lo importante era asegurar su extensión en el tiempo. De las dudas que manifestaron a lo largo de estos meses los empleados sobre la buena marcha de la compañía, el alcalde hizo hincapié en la labor mediadora que realizarán desde María Pita para que trabajadores y empresarios limen las diferencias y que lo que ayer pusieron sobre la mesa los directivos se convierta en realidad.
Para el regidor, que la adjudicataria tenga un proyecto a largo plazo supone empleabilidad y continuidad y que, en todo caso, deberán consensuarlo las dos partes para llegar a buen puerto.
En este punto, afirmó que el Gobierno local velará por el funcionamiento de la factoría con el fin de que esa incertidumbre que hoy tienen los que pasan horas dándole salida a mercancía bélica se disipe y no tenga una base real: “Estaremos atentos para que se cumpra o que din”, manifestó.
Y es que el antiguo comité de empresa cuestionó en abril la solidez del proyecto tras el cese de tres directivos de Hércules de Armamento y la amenaza de varios accionistas de abandonar el barco por falta de fe. El anterior alcalde, Carlos Negreira, mantuvo entonces su postura de respaldar a una concesionaria que estuvo en dique seco los primeros meses. Desde la firma alegaron en ese momento que la inactividad se debía a que la fabricación de este tipo de material requería seis meses de parón iniciales por la cantidad de homologaciones y permisos necesarios que hay que obtener de Defensa. Aseguraron también que su departamento de I+D trabajaba ya en patentes propias, pero no dieron explicaciones de la marcha de estos tres dirigentes.
A finales de ese mes, el Ministerio les dio la autorización para encender las máquinas a través de la Dirección General de Armamento y Material. Esta resolución, además de señalar la capacidad operativa de la planta, indicó las actividades de fabricación de las distintas armas así como los límites de almacenamiento y que incluyó igualmente distintos componentes mecanizados y partes metálicas.
En primavera, la planta contaba con 33 trabajadores, de los que 14 procedían de la anterior factoría, al margen del servicio de vigilancia.