El gestor de la terminal de cruceros pide la ampliación del muelle de transatlánticos para poder crecer

El gestor de la terminal
de cruceros pide la ampliación del muelle de transatlánticos 
para poder crecer
Un turista se fotografía con un crucero en el muelle de Transatlánticos al fondo desde el paseo de O Parrote | castaño

La Autoridad Portuaria desea blindar el tráfico de transatlánticos, uno de los que más buenas noticias le está reportando en los últimos años, y la gestora de la Terminal de Cruceros tiene un interés empresarial por tener mayor capacidad para albergar el atraque de estos buques de pasajeros. Por ello, la consignataria Rubine e Hijos –que se hace cargo de la terminal desde hace algunos años– ha solicitado a la institución portuaria la ampliación del muelle que actúa en la actualidad como el principal receptor de estas ciudades flotantes. La obra resultaría compleja, pero de tenerla en cuenta en la agenda depende seguir siendo uno de los municipios más pujantes de la cornisa cántabro-atlántica en este tipo de operaciones.
El responsable final de la gestión de la Terminal de Cruceros, Luis del Moral, ofreció ayer su visión del futuro del negocio de los transatlánticos en un desayuno informativo organizado por la asociación Alía Network. Bajo el título “La repercusión de los grandes cruceros en el empresariado local”, el también representante de Rubine e Hijos reveló algunas de las actuaciones que, en su opinión, serán claves para el futuro.


Rodeado de empresarios de toda índole y sector, Del Moral reconoció que han demandando a la Autoridad Portuaria una ampliación del muelle de Transatlánticos, que en la actualidad mide 484 metros de longitud y empieza a quedarse corto para algunos amarres.
“Conseguiremos traer más barcos siempre y cuando haya líneas de atraque porque las que hay están saturadas”, lamentó, avanzando que algunos de los cruceros confirmados para 2018 tendrán que ser reubicados en el muelle de San Diego, que tiene algo más de medio kilómetro (549 metros) de extensión.

Un paso complejo
Eso no pondrá las cosas fáciles, dado que tanto los cruceristas que bajen de esa embarcación como de aquellas que amarren en el Calvo Sotelo –en donde muchos barcos tienen que entrar de popa para poder salir bien– tendrán que desplazarse en autobús hasta la Terminal de Cruceros ubicada junto a Palexco, porque es en donde se pasan los escáneres y los arcos de seguridad.
El plan que se presentó al Puerto para incrementar la capacidad de Transatlánticos se está analizando pero los números que se han hecho implicarían una inversión de “tres millones de euros” y la administración portuaria tiene suficientes gastos con el pago de las deudas por la construcción de Punta Langosteira, por lo que será difícil encontrar un margen de endeudamiento mayor.


En cualquier caso, la idea sigue en estudio y, al respecto, el encargado de la gestión de estos tráficos comentó que habría que “cortar la dársena, cerrarla y crear una pequeña isla” para ampliar unos 120 metros el espacio.
Es decir, la actuación sería de una importante complejidad técnica, pero al tiempo permitiría que el crecimiento del turismo marítimo no se viese frenado en solo unos años. “Tenemos que ver cuánto podemos aguantar sin ralentizar el hilo actual”, comentó. Sin embargo, este no es el único proyecto que tiene en mente Rubine e Hijos para mantener el crecimiento que está previsto para 2017, 2018 y, probablemente, 2019.
“Queremos presentar a la Autoridad Portuaria otra idea para ampliar la terminal”, que también se ha quedado reducida, sobre todo en los días que a la ciudad arriban miles de cruceristas y tripulantes procedentes de distintos barcos.

Una evolución trabajada
Sin embargo, si la de ampliación de la dársena le parece complicada, la de modificar la edificación todavía le resulta más difícil porque, por ejemplo, Patrimonio tendría mucho que decir en una hipotética reforma.
“Pero vamos a intentarlo porque el no ya lo tenemos”, añadió. La decisión es compleja pero no fue difícil de entender para los presentes en la charla de ayer después de conocer cómo evolucionó la empresa que dirige Del Moral. Su padre compró unas acciones cuando la firma nacida en 1876 aún era de los Salorio. Llegaron a dedicarse a vender calefacciones pero cuando los hermanos tomaron las riendas decidieron centrarse en la consignación.
La empresa estuvo a punto de cerrar porque en 1995 solo llegó un buque, pero Luis del Moral pidió tiempo a sus hermanos para sacarla adelante y se peleó con el Puerto y el Ayuntamiento, que le dieron su apoyo, para ir a ferias del sector y dar a conocer A Coruña por el mundo. En 1996 nueve barcos la incluyeron en sus rutas y en el 97 eran ya 18. Hoy, veinte años después, se cerrará el ejercicio con 120 escalas, 180.000 turistas y 70.000 tripulantes.

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