El freno a los invasores que llegaban por mar

El freno a los invasores que llegaban por mar
Copia de El Ideal Gallego-2015-09-06-014-9e44ba78

Hace poco tiempo surgió la duda a raíz de unas excavaciones arqueológicas de si el Fuerte de Valparaíso se correspondía o no con las antiguas ruinas que se encuentran en el parque de Eirís. Pues bien, no son dichas ruinas, sino otra construcción que data del siglo XVI y que fue vuelta a edificar en el XVIII. La fortaleza en cuestión es la antigua y hoy desaparecida de San Diego, que también fue conocida por San Gaspar y Valparaíso. 
Esta fortaleza disponía de una pequeña casa habilitada como vivienda de su gobernador y otra para el capellán, así como una habitación para los oficiales y un cuartel para alojar 23 efectivos de tropa, contando a su vez con una bodega y un pequeño almacén que se destinaba a guardar la pólvora. 
Fuera del fuerte se hallaba una edificación de reducidas dimensiones que albergaba las cureñas y demás efectos de la artillería. Carecía de aljibe y se alimentaba del agua que se traía de una fuente cercana al lugar. También carecía de defensas de tierra y solo estaba orientado a la defensa marítima en compañía de los fuertes de Oza, San Antón y Santa Cruz. Era un fuerte de reducidas dimensiones y se consideraba auxiliar de los anteriores.
Su construcción data de 1636 y se le conoció como fuerte de San Gaspar hasta 1649, en honor al conde duque de Olivares (Gaspar de Guzmán, valido de Felipe IV). También como fuerte de Valparaíso, en reconocimiento al capitán general que ordenó su levantamiento en el lugar de San Diego, Francisco González de Andía, marqués de Valparaíso. 
Este fuerte militar tendrá un papel importante en la defensa de la ciudad coruñesa contra el ataque de la armada francesa al mando del Almirante Sourdis. Quién tras cuatro días de asedio a la ciudad, levanta finalmente el cerco el 9 de junio de 1639 sin lograr sus objetivos conquistar el puerto y ciudad de A Coruña. Entre este fuerte y el de San Antón, se tendía una larga cadena que cerraba por mar la entrada del puerto e impedía el paso de los barcos enemigos a la rada de la bahía, con lo que con este dispositivo la ciudad coruñesa estaba asegurada ante las fuerzas invasoras por este punto de la bahía, dado que era imposible poder acercarse a la costa con este sistema a flote.
A su vez, el fuego combinado de este fuerte con el del castillo de San Antón traía a raya a los posibles atacantes enemigos. La defensa que se ejercía además desde Santa Cruz y la batería de Oza hacía que resultase inútil cualquier desembarco en la bahía, siendo a todas luces imposible la entrada por mar a la ciudad. Además de estas labores defensivas, el fuerte de Valparaíso sirvió también como presidio, aunque nunca tuvo la relevancia que el de San Antón.
Su capacidad artillera la configuraban, por la parte del mar, una fuerza de 21 cañones sobre una fortaleza levantada de forma irregular; y, en su línea de tierra, otros 15 cañones, cerrando el fuerte por este lado una doble tenaza con terraplén. Carecía, eso sí, de foso, estacada u otras obras y obstáculos que impidiesen la toma del fuerte por este lado de tierra, lo que suponía una desventaja para sus defensores y también para la ciudad, en caso de ser tomada por este lado, ya que quedaba inutilizada su potencia de fuego naval.

reformas
Este histórico fuerte tendría sucesivas reformas a lo largo del siglo XVII, para mantener su estrategia militar, aunque nunca se llegó a consolidar como un fuerte autónomo, como el de Santa Cruz o San Antón. Estaba situado al borde la misma playa rocosa de San Diego y con frecuencia sus defensas eran batidas por las olas del mar, lo que suponía su mayor inconveniente. 
Siempre careció de foso y tampoco contaba con aljibe, por lo que sus defensores se debían abastecer de agua en la fuente cercana a dicha fortificación. 
Con el tiempo esta defensa de mar queda en desuso y sufre un constante abandono que la hunde en la ruina de la historia. A finales del siglo XIX, con la venta de los solares militares, la propiedad había pasado a manos de Eduardo Cervigón, convirtiéndose en fábrica de salazón. Sus pretensiones eran dedicar aquellas instalaciones a refinería de petróleo y más tarde de azúcar, pero ambas ideas nunca llegaron a funcionar, pese a instalarse las calderas y la enorme chimenea que se podía divisar desde cualquier punto de A Coruña.
Finalmente, la expansión del puerto coruñés, con la construcción del muelle petrolero de 1962 y del muelle de San Diego de 1964, reduce a escombros este centenario fuerte, o más concretamente lo poco que quedaba de él. 
El fuerte de Valparaíso había sido dejado en total abandono durante muchos años y pese al decreto del 22-4-1949 mediante el cual se declaraba monumento nacional fue demolido por la empresa constructora Termac, que era la encargada de la construcción de los nuevos muelles. Así, en el mes de noviembre de 1965 pulverizó un pequeño retazo de la historia coruñesa situado entre la zona petrolera y la empresa de congelados que había en esa época.

El freno a los invasores que llegaban por mar

Te puede interesar