La fortificación que mudó en centro ambiental

La fortificación que mudó en centro ambiental
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Esta fortificación de Santa Cruz jugó un importante papel en la defensa marítima de la ciudad de La Coruña en un tiempo lejano en que las batallas se hacían como consecuencia de viejas enemistades entre monarcas, aún siendo de la misma familia o con parentesco de sucesión. 
En la actualidad pertenece al Ayuntamiento de Oleiros y se encuentra situado sobre un pequeño islote de una extensión de algo más de diez mil metros cuadrados frente a la costa. 
Hasta hace apenas unos años aislado por completo, solo se podía acceder a dicho fuerte en la marea baja. Cuando esta subía, era preciso usar una barca para ser trasladado a tierra firme. Ahora es más cómoda su visita debido a la pasarela de madera que une ambas orillas entre dicha isla y la costa.
La edificación de este fuerte tiene lugar en el origen del cerco inglés sobre La Coruña en 1589, cuando se estudia su posible construcción en un lugar tan importante como era este y que serviría de ayuda a las defensas tanto del propio fuerte de San Antón, como al de San Diego, que sería levantado posteriormente. Este triángulo defensivo haría casi imposible la entrada en la rada coruñesa de cualquier flota enemiga que tuviese por objetivo su conquista.
Con este objetivo, bajo la premisa del capitán general don Diego das Mariñas, se inician las obras de su construcción. La fortificación se dio por acabada en 1640 y su potencia de fuego era similar a la que disponía su homónimo de San Antón. Entre sus piezas artilleras destacaba un cañón pedrero denominado “El Barraco”. Disponía de cuerpo de guardia, aljibe y calabozos, entre otras dependencias y servicios.
La vida del fuerte de Santa Cruz corre paralela aunque con mejor fortuna a la de San Diego, quedando a finales del siglo XVIII en pleno abandono, con el cambio de las tácticas navales y la mayor potencia de fuego de la artillería.
En ese aspecto sigue por lo menos una centuria, hasta que es comprado en la desamortización de bienes militares por don José Quiroga Pérez-Pinal, esposo de la condesa doña Emilia Pardo Bazán, quien lo adquiere en subasta pública, edificando un pazo en su parte central, en el que la familia solía pasar los veranos. El cuerpo principal de este edificio lo constituían dos torreones unidos a otra parte central que se irá ampliando en reformas posteriores, albergando su interior una modesta capilla. La flora que allí existe es propia de la plantación que se hizo en el siglo XIX por los propietarios de la finca y antiguo baluarte.
Esta propiedad pasará por herencia a manos de María de las Nieves Quiroga y Pardo Bazán, III condesa de Torre de Cela, (más conocida por Blanca, como a ella le gustaba llamarse) hija de la condesa Pardo Bazán. La condesa de Torre de Cela estaba unida maritalmente al teniente general del arma de Caballería José Cavalcanti de Alburquerque y Padierna, marqués de Cavalcanti, natural de La Habana. En memoria de este, Blanca Quiroga y Pardo Bazán cedió la construcción a beneficio de los huérfanos del arma de Caballería. Se lleva a efecto el 5 de agosto de 1938 ante un notario para que fuese dedicada a una colonia de verano a los huérfanos de la guerra, albergando hasta 1978 en las campañas del estío a todos los niños huérfanos de los militares.

propiedad municipal
En dicho año, la fortaleza de Santa Cruz queda de nuevo abandonada y su estado se vuelve cada vez más ruinoso. Debido a ello, el propio Ayuntamiento oleirense decide tomar cartas en el asunto, siendo pieza codiciada para la especulación urbanística.
Así las cosas en 1989 el propio Ayuntamiento decide su compra  para que los vecinos puedan disfrutar de un bien tan cercano y convertir aquel abandonado lugar en un centro de referencia en la educación ambiental de Galicia. Este proyecto echó a andar en 2001 como Centro de Extensión Universitaria y Divulgación Ambiental de Galicia. 
Este antiguo castillo alberga desde entonces actividades de formación y cooperación, contando con el archivo documental Domingo Quiroga, de temática ambiental. 
Alrededor de dicho baluarte existe una senda por la cual se puede recorrer todo su perímetro y observar las diversas edificaciones tanto defensivas como de aspecto civil que allí se levantaron en su historia, acompañados de una densa flora silvestre y numeroso arbolado. Desde su punto más occidental se obtiene una hermosa vista del paisaje marino y al fondo se divisa con toda nitidez la ciudad de La Coruña.

La fortificación que mudó en centro ambiental

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