El experimento del festival expandido resulta entre la parroquia popera

El experimento del festival expandido resulta entre la parroquia popera

Tras la prueba del fuego del lunes con la irrupción del pop y del rock en la parte más antigua de la ciudad y el consiguiente respaldo del público, el festival continuó ayer con una segunda ración de música. Sirvió sonidos clásicos en Las Bárbaras, con En Casa del Herrero que presentó en su terreno los temas de su último disco y versiones de Willie Nile o Roddy Hart. En el mismo reducto, Thee Blind Crows trajeron frío y en bandeja un poco de blues y de punk para ponerle crudeza a la tarde noche, que oscureció con los rockeros True Mountains y El Meister, que hizo de imán y recolectó a decenas de seguidores con ganas de escuchar su repertorio en directo. 
Más allá de las etiquetas, el grupo confirmó que juegan con el factor sorpresa. Son una raza única en un ecosistema que también se pobló de sirvientes del pop en San Nicolás. Con el escenario situado lejos del cruceiro, los coruñeses volvieron a abarrotar el enclave para disfrutar primero de los locales Say my name, que ofrecieron los temas de su primer trabajo titulado igual que ellos. The Trunks fueron los siguientes en subirse al estrado. Con una trayectoria breve pero intensa a las espaldas, la banda hizo bailar a los presentes con actitud y ganas de hacerlo bien. Ellos le dieron el testigo musical a otros de la tierra, Sensacional, que aliñaron una receta que bebe de pop de guitarras, de lo clásico que viene de las islas británicas y los ritmos noventeros de los americanos. La formación descargó en territorio amigo las canciones de “Relatos e invenciones de hoy”, donde reúnen doce pequeños himnos. 
A las 23.30 horas, La Habitación Roja desplegó sus 20 años de carrera en lo que aseguran es su mejor momento. Decía el cantante Jorge Martí que la clave estaba en que el grupo siempre fue muy grupo y las individualidades están muy por debajo del conjunto. Sobre el escenario, repasaron lo hecho en todo este tiempo. Tuvieron margen para contar anécdotas y se saltaron el guión. La improvisación ganó la partida y la experiencia ayudó a hacer de la velada, algo único que sus seguidores y no seguidores se llevaron a casa como trofeo. 
Desde “Mi habitación” hasta los últimos bises, la banda no dejó una petición sin tocar en una segunda noche del Noroeste que disparó estribillos bonitos desde San Antón. Los entonó un Coque Malla sin banda. Sonó la de “Adiós papá” y el artista repitió a coro una vez más que “no hay manera” en medio de un trozo de historia que hoy volverá a abrir sus puertas al pop rock. En este caso, el aforo del castillo se volvió a quedar pequeño para ver al ex líder de Los Ronaldos en “La gira fantasma”, donde el madrileño adelantó también lo que está cociendo en el horno. El experimento resultó bien.

El experimento del festival expandido resulta entre la parroquia popera

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