El envoltorio vegetal y animal de la Torre

El envoltorio vegetal y animal de la Torre
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En tan solo diez pasos del “roteiro pola Torre”, uno se da cuenta de la ignorancia con la que pasea su cuerpo a diario. Y es que en ese pequeño recorrido, los expertos del grupo naturalista Hábitat mostraban a su segundo grupo del día hasta una decena de especies de aves diferentes. Entre los mirlos, quizá los más conocidos, a los carboneros comunes pasando por los estorninos, los 15 excursionistas se metían en el bolsillo en cuestión de minutos nociones básicas de ornitología que los chicos fusionaban con vegetación.

Se trataba de adentrarse en el envoltorio verde y animal de la Torre. Rodeada de un manto verde que para la mayoría pasa desapercibido, los especialistas le ponían nombre a la ensalada de matorrales que se asomaba a saludar. Además de los tojos y arbustos propios de la zona, Santi se ponía serio para señalar una amenaza en forma de planta.

El carpobrotus, también conocida como uña de gato, es hoy en día, según Hábitat, un peligro que no espera. Comentaban que si nadie lo remediaba, esta especie –que aprovecha su buen físico para ser imán de los que pasean y cogen unas hojas para su jardín– copará la península del faro poco a poco. A golpe de un ácido que segrega y que impide que allí se reproduzcan otras familias vegetales.

También es la enemiga de los lagartos que dejan de tener solanas entre lo verde. Las uñas de gato son frondosas y dan mucha sombra: “No hay nadie que la pare”. En una caminata de Fisterra a la ciudad, el grupo naturalista calculó hace años que esta planta invasiva procedente de Sudáfrica ya se había comido 14 hectáreas de terreno. Esta y las hierbas de la Pampa o plumeros, que decidieron en su momento colocar en las medianas de la autopista, podrán destruir toda la riqueza del ecosistema del país si la administración no toma medidas. Para Santi, de Hábitat, los plumeros son como una marea negra.

Sin embargo, el paseo dejaba ver cambios positivos como cuando uno de los ornitólogos avistó un cormorán moñudo. Al parecer y a pesar de que en Cíes y Sisargas, la población está empezando a reducirse, Dexo se erige como un nuevo hogar para esta subespecie que no es negra del todo. Tiene vetas: “Las mejores colonias están en Galicia y en Dexo cada vez van a más”.

Además, la expedición comprobaba que a los pies del monumento se dan las esparragueras y un arbusto de nombre torvisco, que es capaz de quemar el tubo digestivo por dentro si se ingiere. Porque en el mundo de los pájaros también los hay que se apellidan “carbonero”, los roteiros son pruebas evidentes del desconocimiento de la gente en general. Que apenas se detiene a observar lo que se mueve a su alrededor.

Sin plazas hasta mayo, la actividad se presentará en cada mes del calendario con un telón diferente. Así es que los guías animaban a repetirla en marzo con la ladera que protege a la Torre en floración. Para seguir el recorrido viendo aves en el horizonte como el torcecuellos que se dan un “garbeo” por la costa en sus viajes migratorios y ofrecen la posibilidad de contemplarlos aunque sea en cortos períodos de tiempo. De repente, entre las rocas  alguien divisaba una mancha azul. El martín pescador se removía en tierra firme. Decían los especialistas que es uno de los tesoros con alas que tiene el país.

Los organizadores calculaban que otearán hasta cien ejemplares diferentes en las rutas que tienen programadas. En la primera jornada, los asistentes pudieron anotar en su libreta a los estorninos, omnipresentes en la ciudad, a la tarabilla común y la curruca rabilarga. Al fondo, un alcatraz se lanzaba con su pico a pescar un pez. Santi comentaba que son los más peligrosos porque se pueden volver agresivos si se ven amenazados. Aunque el “Prestige” les hizo mucho daño, esta especie sobrevuela el cielo gallego con la ventaja de alcanzar los 1,80 metros de una punta del ala a la otra. En días de temporal, los ornitólogos se frotan las manos porque las aves se revolucionan y el telescopio no para de acercar y alejar preciosas estampas que se completan con otras terrenales como cuando los sapillos pintojos esperan durante horas y hasta días en la charca la visita del sexo opuesto. Ellas no aparecen hasta que el sol se oculta y siempre eligen al que mejor canta. El resto se pone a la cola.

A lo lejos, un cernícalo avisaba de que aunque cada vez son menos, todavía perviven. Son las aves rapaces más comunes en tierra atlántica. A punto de terminar la caminata, alguien advertía una presencia en el agua. La experiencia no podía acabar mejor que con un grupo de delfines haciendo virguerías en el agua. Ellos escribieron el “the end” de la primera remesa de excursionistas.

El envoltorio vegetal y animal de la Torre

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