Emprender también es cosa de mujeres... y más cuando el mercado niega un hueco

Emprender también es cosa de mujeres... y más cuando el mercado niega un hueco
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El mercado de trabajo es cruel y te considera mayor cuando tú sabes perfectamente que no lo eres. Si a los hombres los veta sobre los 50, las mujeres ya sufren ese trato años antes y, al final, las coruñesas que quieren trabajar después de los 40 tienen que apostar por el autoempleo como fórmula para seguir con una vida laboral plena.
Un reciente informe de la Cámara de Comercio sobre la respuesta de las féminas al Programa de Apoyo Empresarial a las Mujeres que desarrolla desde hace unos años confirmó que el perfil de la emprendedora es el de una mujer que ronda los 37 años y que ha perdido su puesto por el empujón de la crisis.
En 2014 pasaron un centenar de candidatas por la entidad cameral y, después de sesiones de consejos o charlas casi entre amigos sobre el futuro de unas y otras, muchas salieron reconvertidas en empresarias de éxito. O, cuando menos empresarias que creen a pies juntillas en sus proyectos. La peculiaridad de las coruñesas es que inician un camino nuevo con las ideas claras –salvo en los casos en los que habla más la desesperación que la razón– y propuestas originales, interesantes o atrevidas.
Para arriesgada, esa fue María Pais, una nueva autónoma que se metió a comerciante de productos infantiles de la mano de  la franquicia Patricia Mendiluce. Después de 20 años dando el callo en el área de recursos humanos, seleccionando a unos u otros aspirantes, le tocó elegirse a sí misma.

en primera persona
“Estaba en paro y buscaba algo para montar; me decidí por la franquicia porque ya compraba para mi hija en la tienda que había antes y me parecía que la marca ofrecía una buena relación calidad-precio”, cuenta Pais.
Con miles de datos en la cabeza, acudió a la Cámara para que la escucharan. “Vieron que mi iniciativa era viable y me animaron a seguir adelante”, recuerda. En el proceso de montaje del establecimiento –que en paralelo perdió la competencia que hacía la propia cadena con una tienda gestionada de forma directa– quiso elegir el centro.
Se fijó en la plaza de Lugo, por el ir y venir de consumidores y porque tarde o temprano alguno se dejaría caer, pero tuvo que conformarse “con segunda línea”.
“Esta ubicación me sirve para compensar los gastos, asumo menos riesgo porque quizá en el centro no podría aguantar”, comenta, y de momento ya lleva seis meses fidelizando a toda una generación de nuevos papás y mamás. “Emprender es duro y el mundo del autónomo también, pero voy aprendiendo”, resume la comerciante que se decidió por el sector en plena moda de las carteras cerradas.

ruptura con el caos
El caso de Rosa Botas fue un poco diferente. “Llevaba muchísimo tiempo en la empresa privada pero tenía un ritmo de trabajo loco y no estaba ni al 100% en mi trabajo ni al 100% con mi familia”, rememora. Con esta dicotomía en mente, decidió romper con lo laboral y “dar un giro” a su realidad. “Inicialmente no sabía qué hacer, estaba perdida pero acabé firmando un convenio con la Cámara para impartir formación”, aclara.
De ahí a The Cool Counseling pasó un tiempo, pero sobre todo una idea rompedora: juntar su perfil vinculado a los recursos humanos y sus estudios de psicología. A diferencia de un coach, en su negocio de la calle de Ferrol propone unas sesiones de psicoterapia humanista.
En términos comprensibles para todos, la emprendedora ayuda a los coruñeses a superar sus crisis vitales. “Por ejemplo, hay muchísimas personas que se sienten atrapadas en su trabajo  y yo les doy apoyo y les asesoro en ese tipo de procesos de cambio”, destaca.  

del hobby a la profesión
Carmen Borrallo, la propietaria de Briznas, se decantó por su hobby a la hora de buscarse el pan.  “Estudié empresariales y trabajé en relación con eso, pero tras dejar dejé temporalmente el trabajo ya no podía competir con la gente joven, que estaba más preparada”, razona. Por eso optó por hacer de su afición “por la costura y las labores” su profesión.
Con menos de un año, su local “gusta y la gente repite para hacer un jersey a los nietos” o para aprender a ganchillar, calcetar... “Yo estoy contenta”, afirma, aunque sean muchas horas.
Según la entidad cameral, de las 22 firmas que se crearon en 2013 tras participar en el programa, siguen vivas 21. Una buena noticia para esta hornada de trabajadoras por cuenta propia.

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