A principios de julio de 2007, Mar Barcón, en ese momento concejala de Urbanismo, desvelaba el nombre del ganador del concurso de ideas convocado por el Ayuntamiento para transformar La Marina. El elegido era “Reflejo del pasado”, un proyecto diseñado por el arquitecto coruñés José González-Cebrián Tello, al que solo unos meses después los socialistas le adjudicarían la reforma de la plaza de Pontevedra.
La propuesta de González-Cebrián tenía un coste de 13,6 millones de euros, y se suponía que estaría lista a finales de 2009. En su maqueta apostaba por recuperar las murallas de la ciudad –enterradas bajo la zona–, el desplazamiento del carril bus hacia las galerías, un jardín con tilos y un aparcamiento subterráneo y posiblemente robotizado, al estilo del de Vigo. El proyecto reducía al mínimo el tráfico en superficie e incluía el soterramiento de la circulación.

“reflejo del pasado” un proyecto para el olvido

Pese a que el argumento que llevó al jurado designado por el Ayuntamiento a elegir el proyecto era la viabilidad económica del mismo, este nunca llegó a ejecutarse. Un año después de su elección, el gobierno local y la Autoridad Portuaria firmaban un convenio, que se suponía que permitiría dar luz verde a las obras. La sorpresa llegó en marzo de 2010 con el anuncio de una reforma provisional de La Marina, que suponía ampliar aceras y reordenar el tráfico con la eliminación de plazas de aparcamiento. En ese momento, el Ayuntamiento decidía aplazar la propuesta de Cebrián hasta que estuviese resuelto el tema de O Parrote. El plan del arquitecto coruñés tampoco tendrá suerte esta vez: Negreira descarta, por ahora, hacer uso de las ideas con las que el profesional ganó el concurso de ideas convocado por Javier Losada.