De lo que idearon hombres con estiércol en los zuecos pero espíritu en la mente

De lo que idearon hombres con estiércol en los zuecos pero espíritu en la mente
la exposición reproduce edificios repartidos por todo el mundo y levantados en el último siglo pedro puig

“Nací a 100 metros de esta fundación”. El arquitecto Pedro de Llano recuerda cómo aprendió de la mano de su padre que todos esos arquitectos anónimos que levantaban construcciones funcionales y sencillas eran, en realidad, grandes maestros. De los que se podía aprender. Supo gracias a Bocelo, como así llamaban al columnista Pedro de Llano, que los campesinos de Sobrado y los pescadores de Portosín afincados en la ciudad tenían cosas que aportar a los intelectuales.

el comisario selecciona edificios ideados por grandes nombres que se inspiraron en soluciones antiguas

Y con esa idea se fue a Madrid a completar sus estudios para comenzar a la vuelta un proyecto que duraría 40 años y que hoy se materializa en una exposición “Compañeros de oficio”, en un libro y un programa con el que familiarizar a niños y mayores con la arquitectura.

Fue precisamente en lo popular donde el comisario encontró respuestas porque lejos del adorno y la apariencia, los artesanos sabían de funcionalidad e impregnaban sus moradas de sentidos. De aromas y sabores. Algo que se olvidaron muchos contemporáneos. La muestra toma el término con el que Le Corbusier llamó a los anónimos que se topó en Francia y Suiza y de los que él también cogió apuntes. Impulsado por una necesidad de cambio, al igual que otros camaradas. Todos grandes.

Hoy no falta ninguno a la cita de la Barrié. Entre 37 maquetas de genialidades, uno podrá comprobar que ninguno hizo caso omiso a los conocimientos que vertió el pueblo en tiempos anteriores porque tenían la solidez y la sensatez que otros habían aniquilado. Apostaron por soluciones limpias y austeras que a nadie se le ocurrió escribir porque se las sabían de memoria. Se trataba de una arquitectura hecha sin arquitectos.

Así es que el mismo Le Corbusier se fijó en el modelo de las antiguas casas coloniales que se ven en las películas de vaqueros con una gran chimenea de piedra en el centro. Se le antojó que la estructura se podía llevar a lo contemporáneo. Lo mismo le pasó a Mies van der Rohe con los patios mediterráneos y las reproducciones ideadas para la exposición contienen anteojos con los que uno podrá espiar el interior de los edificios y husmear en sus intimidades arquitectónicas.

De llano dedica el proyecto a su padre porque él fue quien le enseñó a apreciar el trabajo de estos artesanos

Desde la idea de espacio en Japón con los tatamis y de levedad hasta la racionalidad que adoptó un colectivo de comprometidos catalanes en los años 30 agrupados bajo el nombre Gatepac. Ellos repensaron lo popular en un escenario republicano que se vio truncado por la guerra pero que siguió teniendo a referentes en los 50 como Alejandro de la Sota, encargado como otros muchos de reconstruir España al servicio del Instituto Nacional de Conolización.

De sus trabajos, se pueden ver los planos de la villa de Esquivel, que dota de las mismas condiciones del pueblo andaluz pero con otro orden. En bloques que tienen cierto toque surrealista. Los ejemplos que rescata Pedro de Llano repudian los derroches tecnológicos y formales que están hoy tan de moda. Y que hacen de barrera frente al hombre y su entorno. El comisario se detiene de forma especial sobre el territorio nipón de donde importa curiosidades como la “Small House”, de Takamitsu Azuma, que se eleva sobre un solar minúsculo de estancias apiladas, una estructura de aluminio con la apariencia de juguete. Continúa con el concepto de “contextualidad” en la casa de David Chipperfield en Corrubedo y termina con la Capilla de la Luz o “la magia de una humilde caja de hormigón”, de Tadao Ando, que huele a la brea con la que untaron los bancos y con la que también quiere barnizar Pedro la maqueta. Para que el curioso tenga la misma sensación que él. Igual de placentera que cuando escuchó la campana desde el interior de la capilla de San Benedetto, de Peter Zumthor, otra pequeña gran realidad fabricada con madera.

La suya es una mirada sensata y global, necesaria para abordar un nuevo salto arquitectónico, donde las construcciones no representan. Sirven a los que las habitan. Parten de ideas maquinadas desde hace mucho tiempo por artesanos con “estiércol en los zuecos pero espíritu en la mente”. Que fueron capaces de regalarle al arquitecto el mejor de los despertares. Cuando abrió los ojos rodeado de vacas y oliendo al humo que salía de la casa de al lado. Estaba en una humilde palloza.

De lo que idearon hombres con estiércol en los zuecos pero espíritu en la mente

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