La confusión y los desvíos marcan el primer día de cierre de La Marina

La confusión y los desvíos marcan  el primer día de cierre de La Marina
QUINTANA. PARROTE CORTADO AL TRÁFICO

El cierre de la avenida de La Marina al tráfico privado había sido anunciado, publicado, radiado e incluso twiteado en repetidas ocasiones, pero eso no impidió que miles de conductores se dieran de bruces con el dispositivo policial desplegado ante la Autoridad Portuaria  en la rotonda del hospital Abente y Lago. Fue sobre todo en el primer punto donde se dieron las aglomeraciones de vehículos. Durante todo el día, los agentes informaron a conductores despistados de que tenían que desviarse por Ambrosio Feijóo (la calle que separa la Autoridad Portuaria de Correos) o volver por donde venían, aprovechando la rotonda provisional.
“¿Es que no ve la señal? ¿Qué es lo que pone?”, preguntaba pacientemente un policía a los conductores que le indicaban que querían pasar. Efectivamente: la señal indicaba que la vía estaba cerrada al tráfico rodado, excepto para el transporte público. El corte había tenido lugar a las once de la mañana, un poco más tarde de lo previsto, y en una hora ya había repetido innumerables veces la pregunta. “Y las que me quedan”, murmuraba mientras levantaba la mano para detener a otro turismo. 
A partir de ayer, todo el tráfico privado debe discurrir por el túnel de O Parrote, abierto desde hace una semana, después de meses de retraso. La Concejalía de Movilidad calcula en 12.000 el número de vehículos que recorrerán el ramal hasta salir en As Ánimas y el responsable del área, Daniel Díaz Grandío, aseguraba que todo marchaba conforme a lo previsto, pero lo cierto es que los policías no las tenían todas consigo. Un joven al volante de un Twingo se paró en una esquina para preguntarle si aquella era la salida del túnel. El agente, en vez de echar mano a la porra, recurrió a la retranca: “Pero si no está usted en el túnel ¿Cómo va a ser esta la salida?”.

carga y descarga
Era una labor que hubiera desalentado a hombres menos curtidos, sobre todo porque el dispositivo seguirá en marcha durante muchos días. La mayor parte del tráfico que desviaban se dirigía al hospital Abente y Lago, o eran camiones de reparto que no se habían enterado que su horario se había reducido, y que ya no podían entrar a partir de las once de la mañana. Pero también había conductores que se dirigían a otras partes, como la señora que quería llegar a la Solana. “Esto es un caos, alguien tiene que hacerse responsable”, comentó. El policía le preguntó si se refería a él pero ella respondió: “el PP”. 
“Nada, no se dan cuenta de nada. La gente es animal de costumbres”, comentaba otro agente. Un tercero opina que hasta un mes después, esa clase de problemas se sucederán. Un hombre había parado para preguntarle qué pasaba y él le respondió que estaba cerrado. El conductor se sorprendió al saber que el cierre era permanente: “No me enteré, y eso que vivo en la Sagrada Familia”, explicó antes de arrancar. 
Incluso vecinos de la Ciudad Vieja acababan de descubrir que ya no podían circular por el paseo de la Dársena. La situación empeoraba porque pasaban buses, y taxis, así como vehículos policiales, lo que confundía a algunos, que intentaban seguirles. El agente repetía la misma frase  con fervor, como un profeta del apocalipsis: “¿No ve la señal? ¿Es que no ven las señales?”. Y añadía: ¿Qué es lo que pone? ¡Peatonal! ¡Es peatonal!”.

La confusión y los desvíos marcan el primer día de cierre de La Marina

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