Un bastón para 33 supervivientes nepalíes

Un bastón para 33 supervivientes nepalíes
Cuentan desde la organización que las trabas sociales le dificultan su desarrollo

Sushil llegó por una explosión en la fábrica de cemento donde trabajaban sus padres. En el mejor de los 33 casos, los niños aparcan sus bártulos con un nombre y un origen a sus espaldas. La mayoría aparecen sin más en la casa de acogida o son abandonados en la jungla y tienen la suerte de que alguien los descubre a tiempo.
La ONG coruñesa Camina Nepal les puso la camiseta del Depor hace no mucho para arrancarles una sonrisa y les ayuda para que estudien y coman, que es el objetivo principal. Aún así, su futuro no está garantizado. Cuenta uno de los padres de la organización, Gustavo, que además de los problemas económicos, existen en el país asiático otras barreras como las castas, que aunque estan abolidas teóricamente, en la práctica, sobre todo, en zonas rurales, se siguen al pie de la letra. De esta forma, “si son Bari, las mujeres nacen para ser prostitutas”.
No hay otra opción. También cuenta que se va mejorando y entre medias, su labor se centra en reforzar lo que la familia Neupane construyó en Hetauda, a 80 kilómetros de Katmandú. En la casa de acogida, se les da educación y techo a los 33. Camina Nepal es una familia de 80 socios, en la que cada uno aporta lo que puede y quiere y todo se destina a los pequeños: “Nuestro trabajo es voluntario y tenemos que costear los gastos y viajes”.
Como no pueden trabajar directamente en la zona, cooperan con la ONG local Nepalí Gramin Jivan Star Sudhan Manch. Hace meses lo hicieron con Médicos del Mundo para aportar su grano de arena en el desastre producido por los terremotos que asolaron el país nepalí. En este punto, el temblor apenas tuvo efectos secundarios, pero sí las lacras sociales como la violencia de género, el abandono de niños, que es algo común, o de matrimonios: “Se contempla la posibilidad de divorcio. Sin embargo, optan por marchar”.
Y es que en Nepal, la población está muy dispersa, cuenta Gonzalo, y los niños tienen que caminar entre tres o cuatro horas para llegar a la escuela. Las familias necesitan manos y es por eso que la mayor parte dejan huérfanos a los pupitres muy temprano para ponerse a trabajar. Muchos optan por traspasar la frontera y buscarse el pan en otras lindes: “Aquí es donde se producen contratos de explotación durísimos. Hay compañías que incluso les retienen los pasaportes”.
Así es que no tienen más escapatoria que la de vivir de manera infrahumana trabajando diez horas diarias para pagar el préstamo que les permitió volar hasta ese territorio: “En total, pueden sacar 100 euros en limpio y es normal que vengan cadáveres repatriados de Malasia y otros lugares por las malas condiciones laborales”. Por otro lado, las mujeres tienen serias dificultades para desarrollarse como personas. Pocas tienen acceso a la educación y muchas se casan por obligación: “Cuanto más edad tienen, más tienen que pagar sus familias a sus maridos para que contraigan matrimonio”.
Aunque los niños tienen demasiados problemas, los jóvenes apenas cuentan con ayudas para conseguir una vida digna. Gonzalo explica que Camina Nepal quiere destinar sus esfuerzos a ellos para financiarles unos estudios orientados a una profesión que requiera masticar libros o una formación práctica. En www.caminanepal.org, uno puede sumarse a la cadena para poder construir una residencia de estudiantes y aulas que les den libertad. Desde A Coruña y también desde Madrid y Barcelona en conexión directa con Hetauda.

Un bastón para 33 supervivientes nepalíes

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