Si bien las últimas jornadas han puesto de relieve la relativa fragilidad de la balaustrada de hormigón frente al embate de las olas, Infraestructuras ha decidido que los cerca de 150 metros destrozados por la fuerza de “Nadja”, serán devueltas a su estado original. La ciclogénesis explosiva del sábado había destrozado el pasamos de hormigón, arrojándolo sobre la calzada, pero el Ayuntamiento se ha decidido por la opción de reponerla porque, a diferencia de Riazor, se trata de la primera vez que ocurre esto y confían en que se trate de un hecho excepcional.
Lo que no está claro es cuándo se acometerán las obras de reparación. De momento, hay cosas más importantes que hacer, así que se instalarán unas vallas de obra parecidas a las que existen en el Paseo Marítimo a la altura de Riazor, una estructura provisional que se instaló a raíz de los destrozos que causó el temporal de 2010 y que, curiosamente, han resistido mucho mejor la fuerza de las olas que la de hormigón.
“No creo que a nadie pueda sorprenderle eso”, comentó Juan Román Acinas, experto en Ingeniería de Costas. Acinas, señala que igual que la barandilla metálica que existen en las cercanías de la Coraza, la valla de obra presenta muy poca resistencia a las olas, de ahí que hayan aguantado todo lo que les han arrojado los sucesivos temporales que han llegado a la costa en los últimos meses.

efecto vela
“Se produce lo que se llama efecto vela, puesto que ofrece una mayor superficie a los elementos”, explicó el ingeniero. Es igual de evidente que una estructura más ligera y sobre todo, más delgada como una simple valla es mucho más resistente mecánicamente, consideraciones estéticas aparte. “Se han hecho pruebas con algunos tipos de hormigón y puede resistir las mareas, aunque el del Paseo Marítimo es de un tipo distinto.
Por supuesto, en Riazor el Ayuntamiento ya había anunciado que pensaba reemplazar todas las balaustradas por una serie de gradas que lleven directamente desde el Paseo Marítimo a la arena misma de la playa, que es el punto donde se concentra la energía de los oleajes de la ensenada del Orzán. “Esto es así por la configuración del fondo marino. Se puede observar cuando la marea está baja las rocas y la forma que tienen. Actúa como una lente que enfoca la energía”, explica Acinas.
Y en esto no ha ayudado mucho el relleno que se realizó hace dos años y que supuso mover 8,5 millones de toneladas de arena para aumentar en 20 metros el ancho de las playas. Se suponía que ayudaría a que las olas rompieran antes de llegar al Paseo Marítimo pero, a juzgar por los últimos acontecimientos, la arena ha debido irse erosionando y no ha cumplido su función.