La ciudad se despertó ayer todavía con la resaca del temporal “Cristina” del día anterior, que venía a sumarse a la propia del Carnaval. Mientras la fiesta seguía en la calle, los operarios municipales trataban de sanear los daños que habían provocado las tremendas olas, algunas de diez metros de altura, que habían llegado a destrozar una parte importante de Las Esclavas. El mordisco que el océano pegó al espigón, de varios metros de ancho, causaba admiración a todos los que se acercaban a contemplarlo, igual que los obreros que limpiaban el lugar.
Se espera que las reparaciones comiencen hoy pero, de momento, la explanada seguirá cerrada al público. Ante lo espectacular del suceso, fuentes de los servicios de emergencia recuerdan que las piedras ya habían sido dañadas, aunque de forma menos importante, por la ciclogénesis explosiva “Nadja”, que sacudió a la ciudad el dos de febrero.
Fue “Nadja” el temporal que más huella ha dejado en el Paseo Marítimo, del que arrancó varios tramos de la balaustrada incluso en puntos que hasta entonces se habían visto libres de la furia del oleaje, como Adormideras. También golpeó la sufrida playa de Riazor, como es habitual cuando el mar está más bravo, arrancando parte de la barandilla que no había sido sustituida por el pasamanos metálico que se instaló de forma provisional tras el temporal de hace casi tres años.
rocas desplazadas
Debido a lo espectacular de estos daños, a la mayor parte del público le pasó desapercibido el pequeño boquete que había conseguido perforar el mar en la base de la explanada de Las Esclavas tras desplazar las rocas que la protegían. Desde el Ayuntamiento, en cambio, tomaron buena nota de ella y en cuanto mejoró el tiempo enviaron operarios para taponar la brecha y volver a colocar las piedras en su lugar.
Sin embargo, todo fue en vano: tras varios días de mal tiempo, la escollera volvió a debilitarse y el temporal del lunes, al que el director municipal de Seguridad Ciudadana, Carlos García Touriñán, consideró como el peor que ha sufrido la ciudad en el mar en lo que va de año, acabó por hacer los destrozos que ayer podía observar cualquiera que se acercara.
No era el único punto donde los destrozos eran visibles. La base del Millennium, volvió a ser víctima de la fuerza del mar, como ya ha ocurrido en anteriores temporales, por encontrarse el monumento en un punto bastante expuesto a las olas. Pero si en anteriores ocasiones el mar se contentó con inundar las salas que existen debajo del obelisco y con hacer añicos algunos cristales, esta vez fueron muros los que derribó el oleaje, lo que obligó a las autoridades a precintar toda la zona a la espera de que se realicen las oportunas reparaciones.
dunas allanadas
Otro efecto del temporal de ayer es que volvió a allanar la playa de Riazor. Es un procedimiento habitual que, una vez finalizado el verano, las excavadoras remuevan la arena para formar unas dunas que sirvan de protección adicional contra el oleaje invernal. Sin embargo, los sucesivos temporales (la ciudad vivió 25 alertas en solo dos meses), hacía tiempo que habían hecho desaparecer las dunas protectoras y la semana pasada, las excavadoras habían vuelto a Riazor para levantarlas de nuevo aprovechando la tregua meteorológica.
El Ayuntamiento todavía no ha anunciado si las rehará una vez más o dejará la playa tal y como está. Por el momento, la maquinaria está ocupada en otros puntos dañados del Paseo Marítimo. n