El amanecer de Felipe VI en la ciudad

El amanecer de Felipe VI en la ciudad
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Lo firma Antonio Navarro y es el primero de Felipe como rey. El Museo Militar fue la primera institución en dar el paso y cambiaba ayer el posado en óleo de don Juan Carlos I por el de su hijo. El primer retrato del monarca tiene toque atlántico porque sobre un fondo degradado azul celeste, se erige la Torre de Hércules en una composición que el propio autor bautizó como “El amanecer de Felipe VI”.
En este punto, el artista murciano señalaba que el cuadro debía tener una referencia a su destino así que no dudó en colocar el faro junto al personaje que aparece vestido con el traje de capitán general del Ejército de Tierra, “el típico de paseo de color caqui”. Decía Navarro que el rey tiene un físico fácil de pintar: “Es fotogénico”.
Así que en dos o tres meses, pudo darle forma a una pieza donde el Borbón sale en plano medio. Con un tamaño de 1,50 de largo y un metro de ancho, la adquisición se materializaba gracias al esfuerzo de los Amigos del Museo Militar y las donaciones particulares.
Sobre la expresión del retratado, su autor hablaba que le trazó una leve sonrisa y una mirada intensa que transmitiese la sensación de autoestima. A tamaño natural, “quise resaltar los aires renovados y la transparencia”, del sucesor de Juan Carlos.
Antonio eligió de la paleta un tono que le diera confianza al espectador. Que hablase de su formación sin palabras. Así es que en medio de un cielo a punto de saludar al sol, la personalidad amanecerá en A Coruña para siempre con la gorra debajo del brazo y los guantes en una mano. La otra está libre. Felipe mira de frente en una postura un tanto distendida, explicaba el pintor que también es militar.
Es por eso que duerme poco y aprovecha los tiempos muertos para darle vida al pincel. En este sentido, Antonio Navarro despidió al príncipe siendo el último en retratarlo y le da la bienvenida ahora aportando la primera de cientos de estampas con las que el rey encabezará despachos y sedes institucionales.
Además de ser un referente en el género retratista dentro del ámbito militar, el autor también plasma a civiles. A sus 40 años, es suboficial y artista, dos profesiones difíciles de casar: “Duermo poco y pinto los fines de semana, durante las tardes y las noches”.
Para este encargo, al artista le dieron cancha libre a la hora de inmortalizar al monarca. Solo tenía que ir enfundado en el uniforme de tonalidades verdosas.
La expresión, el paisaje de fondo y el posado fueron cosa de un hombre que vistió al rey de rey en un espacio que explica la historia desde la perspectiva militar e histórica. Para alimentar a los visitantes de capítulos fundamentales y atraer miradas a golpe de maquetas, soldaditos de plomos, estatuas, armas y uniformes. n

El amanecer de Felipe VI en la ciudad

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