Tal y como estaba programado, pasadas las once y media de la noche de ayer máquinas y operarios cortaron la avenida de Alfonso Molina para proceder a la demolición de la pasarela peatonal a la altura de los Nuevos Juzgados. El derribo en sí no cambia, de momento, la circulación en la zona, puesto que la pasarela estaba cerrada desde hace meses debido a su estado ruinoso. Los transeúntes simplemente cruzan por debajo del viaducto, a la altura de San Pedro de Mezonzo. También se instalaron sensores para medir el tráfico, que sería la primera medida para instalar allí un paso de cebra regulado por semáforo, aunque el Ayuntamiento no ha concretado nada.
Es una idea que lanzó el concejal de Movilidad, Daniel Díaz Grandío, hace ya semanas, y que ha generado cierta polémica. En ese punto, precisamente, se encuentran dos centros de enseñanza, los CEIP Concepción Arena y Fernando Wirtz. El director de este último, Rafael Menéndez, ya presentó una rotunda negativa: en abril, el asunto fue sometido a votación en el consejo escolar y rechazado en bloque..
El motivo es la inseguridad: temen que los escolares corran peligro de ser arrollados al cruzar el nuevo paso de cebra. “Se suponía que nos íbamos a reunir de nuevo después de Semana Santa, pero no nos han llamado”, comentó Menéndez, que espera que la reunión no se demore hasta después de acabado el curso.
Reducción de velocidad
Por otra parte, en la mesa que discute el paso de cebra también se encuentra la asociación Stop Accidentes, que sí está a favor. El concejal de Movilidad mantiene que no hay una decisión definitiva tomada, aunque reconocen que las mediciones de velocidad en ese punto son el paso previo a adoptar “medidas para reducir a velocidade dos vehículos ata os 50 kilómetros por hora”. Probablemente, un radar.
El Gobierno local nunca ha escondido su intención de que Alfonso Molina sea una avenida de verdad, con un tráfico más lento y un urbanismo más integrador con los barrios que la rodean. Pero, a día de hoy, los vehículos circulan rutinariamente a 80 kilómetros por hora. Grandío espera que al reducir la velocidad se disminuya “a pegada do tráfico rodado na contorna e nos centros de ensino”.