La afectada rechazó acudir a un refugio y durmió en la casa okupa de Palavea

La afectada rechazó acudir a un refugio  y durmió en la casa okupa de Palavea
Elisabeth fue acompañada por dos trabajadoras sociales del Ayuntamiento PATRICIA G. FRAGA

Cuando los policías rompieron la cadena con la que se había atado Elisabeth Sanlés, dos trabajadoras de Servicios Sociales del Ayuntamiento estaban allí para asistirla y ofrecerle un alojamiento en un refugio gestionado por una ONG, pero se negó, y en vez de ello decidió pasar la noche en la casa okupa de Palavea, el antiguo internado de Santa Gema. No es la primera vez que le hacían esta oferta, y esta madre años afectada de fibromialgia siempre se había negado a ello. De hecho, según el propio responsable del área, Miguel Lorenzo, “llevamos cinco años trabajando con ella”. Por el contrario, Sanlés asegura que nunca le han ofrecido una solución real a su problema de vivienda. En Antonio Noche se gritaba: “¡Lorenzo, culpable! ¡Negreira, culpable! ¡Feijóo, culpable!”.
Sin embargo, el concejal de Servicios Sociales tenía una visión distinta de los hechos. “En primer lugar, porque el desalojo se debió a una decisión judicial a la que es ajeno el Ayuntamiento”, matizó. Pero sobre todo, porque a lo largo de los cinco años que han estado en contacto con Sanlés, los Servicios Sociales han tenido varios desencuentros. La madre de tres niños de 3, 4 y 11 años es originaria de Porto do Son, y vive en A Coruña desde hace cinco años. A lo largo de este tiempo ha tenido varios empleos. El último, según ella misma contó, de limpiacristales.
Hasta hace cerca de un año vivía con su pareja y por lo menos dos de sus hijos. Durante todo ese tiempo tuvieron varias veces problemas para pagar la renta, de unos 450 euros al mes. “Pero se les ayudó”, explicó Lorenzo. Fuentes municipales señalan que por lo menos una de estas ayudas vino de Cáritas. En un momento dado, los dos sacaban adelante a sus hijos gracias a ayudas sociales como el Rissga y a la del comedor para los niños. Según estas mismas fuentes, ya tenían problemas para pagar el alquiler, y se les aconsejó cambiar de piso a uno más económico.

piso sin ascensor
De hecho, en aquel momento recibieron una oferta del Instituto Galego de Vivenda e Solo (IGVS) para acceder a un piso de alquiler social que rechazaron porque no tenía ascensor. “Tengo fibromialgia –explicó en su día Sanlés– y el médico me ha prohibido subir por las escaleras más de dos pisos”.
Más tarde, la mujer se separó de su pareja, con lo que su única fuente de ingresos eran la parte del Rissga que le correspondía a ella, 216 euros. Con ese dinero apenas podía llegar a fin de mes, y mucho menos pagar el piso, así que la deuda se fue acumulando. Consiguieron del dueño, un inmigrante suizo, una prorroga en la deuda, pero Sanlés no encontró un trabajo que cambiara su situación y tampoco pudo asistir a los cursos de formación que le ofreció Servicios Sociales, siempre según fuentes municipales.
Según su abogado, Salnés todavía cumple los requisitos para acceder a una vivienda del IGVS, aunque no se le haya concedido. En cuanto a una vivienda municipal, parece imposible por tres razones que enumera Lorenzo: “Ahora mismo hay lista de espera para acceder a una, esta joven no lleva el tiempo suficiente empadronada para conseguirla, y no tiene dinero para pagar ni siquiera un alquiler tan bajo o la luz y el agua”. Esta falta de ingresos es la que parece condenarla a la “indigencia”, como denuncian desde Stop Desahucios. “¿Qué clase de vivienda social es esa que no puede acceder a ella la gente con menos recursos?”, se pregunta el portavoz, Héctor Tejón. 

La afectada rechazó acudir a un refugio y durmió en la casa okupa de Palavea

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