“Los haikus son experiencias espirituales que trascienden el propio lenguaje”

“Los haikus son experiencias espirituales que trascienden el propio lenguaje”
manuel silva descubrió los haikus con matsuo basho

Cuando a Manuel Silva le cayó en sus manos un libro de Matsuo Basho, no pensó que aquella forma de contar la vida a golpe de flashazos le iba a marcar tanto como para comenzar a hilar los tres versos y hablar de Galicia así. En rimas libres y siempre con el sistema de sílabas 5-7-5. El periodista coruñés acaba de publicar “Haikus de acá e de acolá” (Andavira Editora), en el que le hace un pequeño guiño a Álvaro Cunqueiro y concentra 223 ejemplos de arte japonés que, sin embargo, respiran del otro lado.
Y es que el autor encierra en ellos las mañanas en A Coruña, cuando se levanta en su casa de As Lagoas y se va a mojar los pies al Orzán o en el momento en que el Atlántico se lleva el sol. Y la Torre de Hércules y él son testigos. El faro sirve para ilustrar también la portada del volumen. Se trata, como el resto de los dibujos, de una composición de Ramón Irago. Silva cuenta que de alguna forma quiso unir dos filosofías de vida como la nipona y la gallega porque se parecen en la sencillez y la naturalidad.
Tienen similitudes en la forma de contemplar la naturaleza y en las tareas cotidianas: “Por la vida, la muerte y por el nirvana, porque yo me pregunto, ¿qué pasa con que el gallego esté en una escalera y no sepa decir que sube o que está bajando?”.
Para el escritor, esa actitud no es más que el comienzo de la sabiduría, que también es ambigua. Sin querer, Manuel Silva cuenta su vida en el libro desde que de pequeño calzaba unas zuecas para no mancharse en sus leiras de Melide hasta su madurez, que está impregnada de ruidos de bocinas en Madrid.
A Coruña ocupa una parte importante del volumen porque de ella dice estar enamorado. Para pasar a relatar en tres versos realidades no tan agradables como la matanza a tiros en la isla de Noruega.
Manuel Silva caza haikus en servilletas, que es donde escribe las ideas que le vienen sin avisar o en hojas de papel que lleva siempre en los bolsillos por si le viene la inspiración.
Una vez en casa, el autor les da forma. Le gustan porque son como fotografías y reflejan momentos: “Me di cuenta que eran una experiencia espiritual que trascienden el propio el lenguaje”. Y que huyen de las metáforas porque de usarlas, sería como esconder la realidad. Que es el ingrediente principal.
El coruñés abarca medio mundo en un volumen que coge de donde nace el sol una forma de contar las cosas para hablar de la otra punta. Donde el astro se oculta y aseguran que se acaba el mundo. Un país que está amenazado, dice, por barcos mal equipados que no dejan de ser símbolos de la especulación: “Que destrozan la flora y la fauna”. Sin que nadie lo evite.
Para terminar nombrando a las señoras gaviotas y confesar la envidia que les tiene por el hecho de poder sobrevolar una península tan caprichosa como la que ocupa A Coruña. Anclada en el mar.

“Los haikus son experiencias espirituales que trascienden el propio lenguaje”

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