“Soy un auténtico hombre lobo”

“Soy un auténtico hombre lobo”
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En un pequeño bosque de Sobrado habita Agustín Caamaño. La vida de este militar en reserva de 60 años ha cambiado mucho en el último lustro: ya no vive en un piso de A Coruña, sino en plena naturaleza, con la única compañía de sus perros. Una auténtica manada de 21 animales. Es su amor por ellos lo que le retiene allí, lejos de sus seres queridos, y le obliga a vivir una vida silvestre, como uno de esos míticos loberos que desdeñaban la compañía de los seres humanos a favor de los animales. Lo lleva haciendo desde hace tres años y él mismo lo reconoce: “Soy un auténtico hombre lobo”.
De hecho, ni siquiera va calzado en muchas ocasiones, así que sus pies se han endurecido al contacto con la tierra. “Tengo una auténtica piel de cocodrilo aquí”, asegura. Los perros a su alrededor ladran y saltan, felices de estar con él. “Están muy bien atendidos. No les falta de nada”, advierte. Es precisamente por atenderles por lo que se ha visto en esta situación. Hace unos años, tenía solo cinco perros, que convivían con él en su piso de A Coruña, pero un día se encontró con que, sin saber cómo, una perra había quedado preñada.
Al ver aumentada su familia canina decidió ir a una casa que conocía y que estaba en ruinas, situada en Sobrado, e intentar arreglarlas. En ese momento, tenía dinero, y una vida acomodada, pero lo dejó todo por encontrar un hogar adecuado para sus mascotas. Sin embargo, al cabo de un tiempo tuvo que reconocerse a sí mismo que  sus esfuerzos no servían de nada: “Después de 30 años de abandono, la casa estaba muy mal”. Para entonces, la manada había aumentado más con perros que había adoptado, incluido un terrier que había encontrado herido en la carretera, así que se echó al monte.   

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Concretamente al de Santa Leocadia, en Arteixo, donde existe un gran pinar. Allí empezó un  juego del escondite con los agentes del Seprona, puesto que no tenía los perros debidamente identificados con microchips. Al final, la presión policial le obligó a trasladarse a Sobrado, donde vive ahora, y donde algún vecino se ha quejado. Recibió una nueva visita de las autoridades, y acabó recibiendo una multa, porque la furgoneta donde duerme no había pasado la ITV. “Yo no puedo soportar tantas multas”, confiesa Caamaño.
Ahora su vida se mantiene al borde de la subsistencia, y dedica las 24 horas a cuidar de sus perros. “Encuentro comida en contenedores de carnicerías y sitios que tengo localizados y la gente es amable y me ayuda”. Cada tres días, va a donde tiene estacionado el coche y vuelve a A Coruña, donde hace acopio de comida, mantas y periódicos para limpiar su refugio. Se toma un café en su bar de siempre y vuelve.
“He pasado un frío terrible en invierno y calor en verano y los lobos me han matado alguno”, asegura. Pero no quiere abandonarlos. Necesita encontrar un hogar para ellos y si los entrega a la perrera municipal, teme que los sacrifiquen. Tampoco hay ninguna protectora de animales con tantas plazas libres. Por eso pide ayuda para que sus perros encuentren un hogar y el pueda recuperar el suyo.

“Soy un auténtico hombre lobo”

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