Santiago Posteguillo reivindica en su última obra la talla literaria del vecino cambrés más célebre

Santiago Posteguillo reivindica en su última obra la talla literaria del vecino cambrés más célebre
Wenceslao Fernández Flórez veraneó en Cecebre, en Villa Florentina, desde el año 1913 | aec

Si un creador literario protagoniza un capítulo de una obra de la que el título contiene las palabras “malditos” y “olvidadas” es que la posteridad no lo está teniendo muy en cuenta, precisamente.
Y si ese creador es Wenceslao Fernández Flórez por estos lares gallegos podría incluso sorprender. Pero Santiago Posteguillo, autor de trilogías como “Africanus” o “Trajano”, no parece opinar lo mismo. Si no, no se entienden frases como “otro escritor demasiado grande para una España de mirada estrecha, donde el que no toma bando no tiene sitio” para referirse al coruñés que en febrero de 1885 nació en la calle Torreiro y que protagoniza el capítulo “Guerra civil española: crisis de las embajadas (primera parte) La conquista del horizonte” de su última creación “El séptimo círculo del infierno...”.
En él hace referencia a un penoso episodio vivido por Fernández Flórez cuando, en Madrid, en 1937, se siente amenazado por grupos republicanos que lo acusan de no ser especialmente afecto. Sin embargo, su estancia en Holanda ocho años antes y su admiración por la laboriosidad de los naturales de los Países Bajos hace que la Embajada se interese por su situación.
Y la seguridad de este humorista de Cambre (comenzó a veranear en Cecebre en 1913) era tan importante para los holandeses, que a punto estuvo de crear un conflicto diplomático entre La Haya y el Madrid republicano.
“Dígale al ministro de la Gobernación que no nos podemos permitir más problemas con otros gobiernos europeos. En lo que valga mi opinión, que dejen marchar a ese Fernández”, dijo el ministro Indalecio Prieto cuando se le notificó que Holanda pretendía dar asilo político al coruñés.
Este país quería agradecer que en 1929, cuando se encontraba de visita en la localidad de Arnhem, en uno de sus libros de viajes, bajo el título “Domingo romántico”, escribiese “el holandés ha hecho verdaderamente su propio país, y puede enseñarlo con una satisfacción mucho mayor que la del arquitecto que levanta un palacio o la del pintor que lleva dos metros de lienzo a una exposición”.
La época de refugiado hizo mella en Fernández Flórez y de ello dejó constancia en “La novela número 13”. Respecto a ella apunta Posteguillo: “era la número 13 que publicaba y estaba hasta las narices de que los compositores se limitaran a poner número a sus sinfonías, mientras que los novelistas tenían que poner títulos”.l

Santiago Posteguillo reivindica en su última obra la talla literaria del vecino cambrés más célebre

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