Reportaje | Un viaje ante el que no se puede ser neutral: de A Coruña a Ginebra

Reportaje | Un viaje ante el que no se puede ser neutral: de A Coruña a Ginebra
Imagen de la plaza mayor de Ginebra

A Coruña y Ginebra son ciudades muy distintas. Un coruñés podría viajar a Ginebra, pasear junto al lago, esquivar los tranvías que recorren sus avenidas, visitar la sede de Naciones Unidas o Cruz Roja, su catedral de curioso aspecto entre neoclásico y gótico o sus numerosas zonas verdes y sentirse muy lejos de casa. Por eso sorprende escuchar de pronto oír hablar español o incluso gallego. En realidad, Ginebra no ha estado nunca demasiado lejos, incluso cuando suponía dos días de viaje en coche por incómodas carreteras. Por lo menos, para los gallegos. 


Hoy en día, y gracias a la nueva conexión de EasyJet, solo está a dos horas. De momento, solo funciona los jueves y los domingos, aunque desde la compañía aérea de bajo coste no descartan aumentar la frecuencia si tiene éxito. Sin duda, los miles de emigrantes y sus descendientes, muchos de los cuales siguen manteniendo lazos con su patria, contribuirán a ello. Según la embajadora española, Celia Nuño, existen 65.000 gallegos en el territorio helvético. 
 

Muchos de estos emigrantes residen en la propia Ginebra y se esfuerzan por mantener su identidad gallega. “Mi hijo ya es suizo”, se lamentaba una señora. Por eso, esta nueva conexión les parece importante: les permite reforzar esos lazos. 
 

Cosmopolita  

Los que viajen a Ginebra descubrirán una ciudad muy cosmopolita (en junio tendrá su primer alcalde gallego, de Corme) en el que se hablan una gran cantidad de lenguas, aunque la que prevalece es el francés. En el lado negativo, los precios son muy altos, desde la comida al alojamiento, pasando por los recuerdos. 
 

Ginebra es una ciudad calvinista, que se enriqueció gracias a sus artesanos y todavía está llena de sus relojerías, incluida la famosa marca Rolex, en cuya puerta hacen cola solo para admirar sus productos, una ciudad que crece hacia arriba por la falta de espacio desde hace cuatro siglos. La sede de Cruz Roja o la de Naciones Unidades son testimonios de la tradición de neutralidad que surgió en el siglo XIX y que tanto contribuye ahora a que Ginebra no resulte indiferente a aquellos que la visiten. 

Reportaje | Un viaje ante el que no se puede ser neutral: de A Coruña a Ginebra

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