12º-16º
martes | 21 mayo | 2024
El éxito o el fracaso de una noche especial no solamente se mide en euros o en variables económicas. En sectores como el ocio nocturno también son determinantes aspectos como la tranquilidad o el bienestar de los clientes. Y en ese sentido la Nochevieja de 2023 resultó lo que algunos empresarios consideran ya un antes y un después o un modelo a imitar. La falta de incidencias, unido a un volumen de facturación en muchos casos de récord, deja un poso de satisfacción sin parangón en los últimos años.
Acostumbrado a los grandes eventos y con un cariño especial hacia una fiesta Wake Up más ambiciosa que nunca, Luis Diz antepone la cuestión humana y de civismo a la contabilidad. Y en ese sentido, para el presidente de Galicia de Noite y gerente del grupo Pelícano, nada más satisfactorio que lo vivido entre las 01.00 horas del 1 de enero y la mañana del día 2. “Fue una noche tranquila, con buen público, y en la que ni siquiera tuvimos que cortar a gente turbia. Fue una de esas jornadas en las que te vas contento para casa e incluso la gente puede decirse que bebió de forma comedida”, explica. “Es una de esas noches creo que vamos a recordar durante mucho tiempo, pero para bien”, añade el empresario, que cifra en 8.000 los asistentes a las celebraciones del grupo y sitúa el balance final en números prepandemia.
Muy similar al de Diz resulta el análisis de Emilio Ron, gerente de un Cine París, donde la obsesión fue la seguridad. “Fue una noche modélica y ojalá marque un antes y un después de cara a los próximos años”, asevera. “Duplicamos las medidas de seguridad y nos alegró ver tanto control policial, aunque al final fue uno de los fines de año más tranquilos que recuerde”, prosigue el hostelero, que dio servicio a aproximadamente 400 asistentes hasta pasadas las 10.00 horas del día 1.
Según Ron, los recientes sucesos, tanto durante el día como la noche, hicieron que la hostelería y el ocio nocturno llegasen a una especie de llamamiento común a la cordura que funcionó entre sus clientes. “Calaron muy hondo todas esas noticias y, al final, hablamos tanto entre compañeros que funcionó para bien”, sentencia el responsable de Cine París, donde también se establecieron puntos violeta contra abusos sexuales.
A la quinta fue la vencida en La Marina, donde los hosteleros por fin pudieron celebrar un Fin de Año libre de restricciones, pero sobre todo lleno de satisfacciones. “Estamos encantados: sabíamos que habría un lleno absoluto, pero siempre existe la opción de que surja algún follón. Sin embargo, fue una noche con cero peleas, incidencias o discusiones y solamente con ganas de pasarlo bien”, subraya Alberto Boquete, presidente de los hosteleros de la zona. “Limitamos el aforo para evitar esperas, así que aunque la facturación fue algo menor el gasto también lo fue”, dice.
También en La Marina, aunque en la zona más próxima al Obelisco, menos satisfecho se muestra Antonio Ruiz, propietario de La Calle y Quai. “En nuestro caso resultó algo descafeinado y la recaudación fue un 40 por ciento inferior”, lamenta. La Cúpula y el Sporting Club Casino se llevaron la palma en esa zona, por encima del millar de clientes entre ambos.
Dos de los establecimientos clásicos el Orzán funcionaron en buena medida por reserva previa y alcanzaron el límite de su aforo. Sergio Marentes, hostelero y trabajador de Lolita Bar, el incremento del movimiento de tarde. “Hubo buen ambiente y cero problemas, siempre lleno hasta completar aforo”, asegura. “Este año se apostó muy fuerte por el ‘tardeo’ previo y predominaron tanto las fiestas cerradas previamente como el reparto entre locales”, indica.
Carlos Pereiro, propietario de Studio 54, fue un ejemplo de noche solucionada de antemano. “Nos vino un grupo, con un comportamiento estupendo, que completó el aforo hace meses y dejó el trabajo hecho. Todo funcionó mejor que en años anteriores”, finaliza.
