Cerveza a precio de pinta de Londres en el ocio nocturno de A Coruña

Cerveza a precio de pinta de Londres en el ocio nocturno de A Coruña
Dos clientes brindan con una cerveza y una copa, cada vez más cercanos en la tabla de precios

Matiza la tradición oral de forma gráfica la diferencia entre la hostelería tradicional y el ocio nocturno: si la primera está compuesta básicamente por bares y cafeterías, a los pubs y discotecas, especialmente entre las generaciones más veteranas, se les conoce como ‘bares de copas’. Y a juzgar por los precios y la tendencia de los mismos cada vez se ajusta más a la realidad. La cerveza, reina del día y opción en muchos casos más accesible o relajada para la noche, ha crecido en la lista de precios hasta situarse prácticamente a la altura de un combinado. De hecho, si se toma en cuenta la medida patria y la británica, normalmente el doble, el ‘zumo de cebada’ se sitúa en el ocio nocturno coruñés a precio de pinta londinense.


Y es que resulta prácticamente imposible encontrar un solo pub o discoteca, desde los más alternativos a los que marcan tendencia, en el que la botella de cerveza se sitúe por debajo de los 4 euros los 33 centilitros. De hecho, en algunos casos roza los 6, y subiendo. Según Héctor Cañete, presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de A Coruña, la explicación pasa porque “la hostelería tiene cada vez más costes, más gastos, y eso se tiene que repercutir en el producto final”.

 

Reclamo

El grupo Pelícano ofrece la cerveza de botella entre 4 los euros de la mayoría de establecimientos a los 5 euros en la sala Inn, dos por debajo de los combinados. Su gerente, Luis Diz, afirma que cualquier tipo de consumo es bienvenido y no muestra preferencia por una opción u otra a la hora de despachar: “No estamos en esa guerra de espirituosos o cerveza, lo importante es que cada uno consuma lo que quiera. Nosotros no vemos el negocio a corto plazo, sino a medio o largo”.

 

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El precio medio de las consumiciones cada vez se iguala más


Por su parte, Emilio Ron cree que los 4 euros y la tendencia creciente en el Cine París tienen que ver con una cuestión de oferta y demanda. “El precio va a seguir subiendo, porque cuando empecé en la noche no se vendía una sola cerveza, y ahora lo que quiere mucha gente es Estrella Galicia”, subraya. “Prefiero vender ese valor añadido para la ciudad”, añade.

 

Preferencia por la copa

Entre la zona del puerto y el Cine París se sitúa La Marina, una zona de tránsito en la que muchos clientes son de primera hora. Los hosteleros creen que lo más rentable para sus intereses es servir copas, y de ahí viene parte del incremento en la cerveza. “La cerveza la tenemos alrededor de los 4 euros y es un poco para fomentar el consumo de copas en lugar de cervezas y refrescos”, reconoce Antonio Ruiz, propietario de los establecimientos Quai y La Calle.


El presidente de los hosteleros de la zona, Alberto Boquete, analiza así la tendencia: “El margen de ganancia en la copa es mayor porque la cerveza es un producto que tienes que mover”.

 

Clásicos

Si existiese un contador de consumiciones servidas hace tiempo que Chaston le hubiera dado la vuelta, aunque el clásico de la calle de Costa Rica vive los primeros pasos de una nueva etapa. En la misma el precio de la cerveza de botella alcanza los 5 euros. Rubén Vázquez, responsable del establecimiento, encuentra una explicación a priori y otra a posteriori. “La sequía, el transporte, el combustible, las harinas o los cereales han subido mucho y lo que hacemos es ajustarnos a los márgenes”, subraya. “Además, cada vez te meten más cerveza en copa de balón, ya no hablamos del quinto o la caña”, puntualiza.


Algo menos corta es la trayectoria de Studio 54, aunque dentro de la zona del Orzán sí puede presumir de ser, junto a Garibaldi, el más longevo todavía en pie. “Tenemos la cerveza de botella a 4 euros porque ha subido todo una barbaridad, pero el porcentaje de consumición es de un 80-20 para las copas de toda la vida, salvo en el caso de los erasmus”, finaliza su propietario, Carlos Pereiro. Seguro que los ingleses que cada año arriban a la ciudad se sentirán más cerca de casa, aunque en este caso el tamaño sí importa. l

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