La caída de una mujer revela una comunidad okupa en A Coruña

La víctima cayó desde dos pisos de altura la noche pasada y se encuentra hospitalizada
La caída de una mujer revela una comunidad okupa en A Coruña
Una okupa señala donde cayó la víctima la noche pasada / Quintana

A las diez y media de la noche de ayer se produjo un accidente grave en un edificio abandonado, apenas un esqueleto de hormigón, en la avenida de Finisterre, a la altura del 309. La víctima cayó desde un segundo piso hasta golpear el suelo de cemento, produciéndose una herida en la cabeza. Al lugar acudieron efectivos de la Policía, Bomberos y Urgencias Médicas, que la atendieron y la trasladaron. A día de hoy sigue ingresada en el Hospital, con traumatismo grave tanto en la cabeza como en el tórax. Se trata de una okupa, pero no es la única: en realidad, el viejo edificio, el mayor monumento a la burbuja del ladrillo en A Coruña, acoge varios okupas. 

 

 

Desde hace un año, personas en riesgo de exclusión social, muchos de ellos inmigrantes, han ido instalándose en la estructura. A lado se encuentra un edificio terminado con paredes, puertas y ventanas, pero hace muchos años que se tapió después de expulsar a chabolistas que se habían instalado allí tras su marcha de Penamoa, así que a los sintecho solo les quedaba el edificio gemelo, mucho menos terminado. 

 

Comenzaron a instalarse hace un año. Yolanda, una pensionista de Santiago, acudió allí con su novio, un albañil marroquí en situación irregular, después de que perdieran su alojamiento en una habitación de A Moura. "En una nos estafaron, en la otra nos echaron por un incumplimiento, así que acabamos instalándonos aquí", explicó. La primera noche durmieron en un rincón, protegidos solo con mantas, pero las habilidades de su pareja le permitieron montar poco a poco una estructura parecida a una vivienda. 

 

Habitualmente ebrios

Más o menos por la misma fecha apareció un joven de nacionalidad rumana, la pareja de la víctima. Lo malo es que, asegura Yolanda, le gusta mucho beber. "Entra golpeándose contra las paredes, todos los días", comenta. En cuanto a la novia de este, asegura que nunca la había visto ebria, pero el marroquí, que fue el primero en socorrerla, afirma que también bebía. En un lugar lleno de caídas, con pozos que llevan hasta el sótano, y plantas sin paredes, beber de noche no es lo más seguro. 

 

De todos modos, por el momento no se ha determinado si se trata o no de un accidente. La Policía Nacional acudió esta mañana al lugar donde la Policía Local había acordonado el lugar exacto donde cayó la mujer, y donde todavía podía verse su sangre. Su compañero se encontraba en su precario refugio, y allí mismo fue interrogado. 

 

Por el momento, el rumano fue el único testigo de lo que ocurrió. Él se encuentra instalado en el tercer piso, pero ella se precipitó desde el segundo. En el tercer piso se encuentra otro habitante, un joven también extranjero que asegura que no se encontraba allí en el momento de los hechos. 

 

Yolanda se muestra visiblemente disgustada por este suceso, que turba la tranquilidad en la que le gusta vivir con su pareja. "Antes entraba aquí gente a beber y a pincharse y los echamos. También hay uno que entra a hacer grafitis, pero ese muy agradable. Desde que estamos aquí, entran menos", explica, al mismo tiempo que espera que el rumano abandone el lugar. Como en cualquier comunidad, aquí nadie quiere alborotadores. 

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