El Ayuntamiento ‘blinda’ varios de sus pisos sociales contra las okupaciones

El Ayuntamiento ‘blinda’ varios de sus pisos sociales contra las okupaciones
Un hombre examina una de las puertas blindadas del número 145 de la avenida de Monelos | Javier Alborés

Las intrusiones en los pisos vacíos son una de las principales preocupaciones de los propietarios de pisos. Y pocas entidades hay que tengan tantos como el propio Ayuntamiento, que los destina a viviendas sociales. La mayoría están ocupados, a menudo por familias en riesgo de exclusión social pero existen algunos desocupados. Ante el riesgo de allanamiento que existe, en María Pita han decidido ‘blindar’ dichos pisos, de una forma bastante literal: han instalado puertas antiokupas en dos edificios. La mayoría, en el número 145 de la avenida de Monelos. 


En esos bloques de viviendas se concentra una gran cantidad de viviendas sociales del Ayuntamiento, y en algún momento, han surgido problemas de convivencia y se ha denunciado tráfico de drogas, aunque normalmente la situación es tranquila. Los demás vecinos han aprendido a seguir con el día a día y sobrellevar ocasionales tensiones. Son en total tres pisos los que el Ayuntamiento decidió asegurar con puertas antiokupas, aunque no ha trascendido ningún allanamiento. 
 

Una vecina señala que en el 8B, uno de los pisos protegidos contra okupaciones, vivía una anciana pareja hasta que lo abandonaron hace ya cerca de un año. Los otros pisos, situados en el noveno y el décimo, se encuentran en situaciones semejantes. Otro caso, que se encuentra en el extremo opuesto de la ciudad, es el de un piso del número 19 de la calle Colombia, en Labañou. En total, el Ayuntamiento ha invertido 8.698 euros en estas puertas. 
 

Una precaución imprescindible 

Claro que puede alegarse que la tranquilidad no tiene precio: en los últimos tiempos se ha visto cada vez con más frecuencia como los viejos edificios que llevaban años abandonados, se tapiaban después de sufrir experiencias desagradables relacionadas con la okupación. Un ejemplo de ello muy claro se encuentra en la calle Monforte, justo enfrente a los juzgados, donde un incendio en el que estuvieron mezclados unos okupas causó una gran alarma. Ahora está tapiado o tiene rejas a nivel del suelo, e incluso las ventanas superiores tienen planchas metálicas. 
 

Por Os Mallos, un barrio que ha sufrido el problema de la okupación a menudo, es posible observar varios inmuebles que se encuentran en la misma situación: tapados piso a piso. A nivel del suelo, la puerta blindada suele ser lo más habitual, a menudo complementada con una alarma. Aunque los expertos en seguridad consultados reconocen que no existe ninguna puerta inviolable, también señalan que romper una de estas protecciones blindadas requiere unas herramientas y un esfuerzo que basta para hacer desistir a cualquier okupa, que busca siempre los objetivos más fáciles. 
 

En aumento  

Según denuncian desde Fegein  (Federación Galega de Empresas Inmobiliarias), la okupación se ha agravado en los últimos 18 meses, y muchas de las ocupaciones ya ni siquiera se denuncian ante la inseguridad jurídica y la tardanza judicial. Cada vez más los propietarios afectados por esta lacra los que contratan servicios de empresas de okupaciones, o intentan llegar a un acuerdo económico con los okupas, lo que es muy preocupante por el efecto multiplicador que ello conlleva para erradicar este grave problema.
 

Basta con detenerse a reflexionar que en la ciudad se cuentan (o se contaban, a fecha de 31 de junio) 19.283 viviendas vacías. Es el número más alto de todas las ciudades gallegas, y cualquiera de ellas es susceptible de ser allanada y okupada

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